miércoles, 13 de junio de 2007

Cuando ya no están

Imaginar que uno despierta y en vez de tener a la mujer al lado, encontramos un demonio encendido que nos mira fijamente. Entonces probaríamos nuestro valor e intentaríamos seducirlo hasta convertirlo en la frágil mujer que nos mire horrorizada ante la inesperada visión de un animal jadeante e irreconocible.

Imaginar que uno despierta y en vez de tener a la mujer al lado, encontramos una hoja de papel, una carta de despedida escrita torpe y apuradamente. Entonces cogeríamos la carta, la guardaríamos en el fondo de algún cajón, sin leerla y nos pondríamos inmediatamente frente a la maquina para responderla, con el entusiasmo del que sabe ya en que ocupar el resto de sus días.

Imaginar que uno despierta y en vez de tener a la mujer al lado, encontramos con horror a una niña que te diga inocente: "Cuidado que mamá nos vea, por los demás soy tuya". Entonces con calma iríamos a la biblioteca a buscar alguno de esos libros que relatan la historia de una niña que se perdió en los infiernos. Al poco rato ella se verá descubierta y reaparecerá la mujer.

Y entonces despertamos.

César Arellano