martes, 7 de octubre de 2008

Aún es de noche

Todos se han ido , pero siempre puedes incorporarte, abrir la ventana y constatar que aún te queda la noche, ver cómo la calle se puebla de variopintos personajes, el crujir de las ramas de los árboles, el esfuerzo de tu respiración; antes parecía que no existían. La noche es más densa que el día, la noche tiene más peso ontológico. Si pudieras coger un poco de noche, la podríamos tener un rato en la mano, y aunque tus huesos y tu piel hayan perdido vigor, la noche no se te escurrirá fácilmente entre los dedos.
Estar de noche es ir perdiendo el miedo a la muerte, el gran anhelo socrático. En la noche los dedos de tus pies se congelan. Tampoco te mueves, eres medio cadáver y a nadie le importa. Si de noche alguien quisiera ver tus ojos, no podría, siempre estarán allí como protegiendo un pensamiento secreto.
La noche protege, a estas horas nadie aparecerá para hacernos recordar ese rostro y esas fotografías, de noche, están aún más perdidas.

Pero aún es de noche y si casualmente me hago un corte en el brazo tendría que pasar frente a un candelabro para percatarme de ello. Levantaría el brazo, tal vez ya muy tarde, con debilidad y espanto. La sangre es invisible en la oscura noche.
En la noche podemos desobedecer a la inteligencia occidental, ella duerme plácida. La noche no delata.
Cometer los crímenes de noche por favor.

Estoy herido y no hay nadie que pueda auxiliarme. Me recuesto en el suelo. Mas tarde se me secará la garganta y sé que nadie me alcanzará un vaso de agua.
Ya me lo habían advertido. Pero aún es de noche.
De noche no simulamos necesidades.

Que me culpen si aún no duermo.

César Arellano


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